Diálogo Intrauterino
Nota del Dr. Juan José Giannetti
A través de la música se establece la comunicación entre la madre y el bebé por nacer

No hace falta ser musicoterapeuta para afirmar que escuchar música hace bien. Es algo que sabemos por experiencia. La importancia de la música como camino terapéutico no empezó ayer, sino hace miles de años con las culturas más primitivas, y con otras también muy antiguas pero un poco más evolucionadas como lo son, por ejemplo, las civilizaciones hindú y china. Es común encontrar actualmente en cualquier disquería de Pekín, un catálogo de discos compactos con extraños títulos, como “Obesidad”, “Estrés”, “Hígado”, “Corazón”, o “Pulmones”. ¿A qué se debe?. A que cada uno de esos nombres hace alusión directa a los distintos tipos de música que se ocupan de tratar un problema u órgano determinado, según las leyes de su ancestral medicina tradicional.

“Los bebés que desde el vientre materno escucharon Mozart, canto gregoriano o música celta, serán más tranquilos y llorarán poco. Las madres tendrán un parto más sereno y el niño captará los sonidos con facilidad”, asegura Ana María Rodríguez Acedo. Como profesora de música sostiene como disciplina de trabajo, el método de educación auditiva ideado por el francés Alfredo Tomatis, creador de la Audiosicofonología, que se basa en la relación existente entre el oído, el lenguaje y la imagen corporal. La técnica utiliza los sonidos como dinamizantes y es efectiva en personas con problemas de aprendizaje, para la educación de la voz y el canto, y en la estimulación del pensamiento, la reflexión y la creatividad en bebés, niños y adultos.

Rodríguez Acedo explicó los efectos de la técnica en embarazadas que enseña a desarrollar el diálogo intrauterino entre la madre y el niño en gestación.

Diálogo Intrauterino
La música y la voz de la madre son los sonidos que escucha el niño desde los cuatro meses de gestación, cuando su oído terminó de completarse. Desde ese momento espera los sonidos ansiosamente, y los guarda en la corteza cerebral, quedando grabados de por vida. Cuando el niño nace, rápidamente reconocerá la voz materna y los sonidos escuchados en el vientre materno. De la misma manera que el cordón umbilical alimenta físicamente al bebé, los sonidos nutren la corteza cerebral.

Según los sonidos escuchados, variarán las consecuencias. Por eso Tomatis estudió los efectos de la música de Mozart, a quien llamó “madre sustituta” y comprobó que genera un efecto sedante, al igual que el canto gregoriano, sin instrumentos, y la música celta. Según pudo comprobar, los niños que escucharon estos sonidos durante la gestación, crecieron más tranquilos. También demostró que estos sonidos pacifican a la madre, y mejoran las condiciones del parto.

El proceso de estimulación temprana a través de la música comienza con la respiración. Esto es lo primero que tiene que aprender la mamá cuando espera a su niño. A la noche, cuando se acuesten y estén tranquilas, les recomiendo que escuchen un poco de música, preferentemente Mozart. Esto no significa que no puedan escuchar otro género musical, pero en el proceso de estimulación del bebé, lo recomendado es Mozart.

También les aconsejo que escuchen canto gregoriano cuando perciben que el bebé se mueve demasiado. Esta música les aporta una gran carga de serenidad y tranquilidad. Para los que tienen fe, además es una oración. La energía corre siempre, y la música es fundamentalmente eso. Esta, sumada a la voz de su mamá, inicia el diálogo que se extenderá a lo largo de toda la vida.

“Lo experimenté con mi hijo, relata Ana María. Cuando estaba embarazada, ponía música clásica. Mientras escuchaba, el bebé estaba tranquilo, pero al llegar al Concierto de Schumann, empezaba a patear con fuerza, evidentemente no le gustaba. Esto lo pude comprobar cuando nació, que al ponerle la misma música, reaccionó inmediatamente con una señal de descontento”.

“Estoy segura, dice la musicóloga, de que si muchos hubieran escuchado a Mozart desde el vientre materno, y luego hubieran nacido y crecido junto a la música de Mozart, no hubiera existido la guerra contra Irak”, concluyó.

Evidentemente esta Profesora de Música tiene una más que amplia devoción por Mozart, pero, más allá de eso, está ampliamente demostrado que la música suave escuchada por la futura mamá durante su embarazo, tranquiliza al bebé, ayuda a la mamá a tener un parto más sereno, y los bebés, en general, pueden llegar a ser más tranquilos y menos llorones.


MOZART, WOLFGANG AMADEUS - Un Genio Fugaz

Hijo de un director de orquesta y nieto de músico por parte de madre, Mozart nació en Salzburgo, Austria, en 1756, impregnado de un espíritu musical que sellaría su precoz virtuosismo.

A los cuatro años dio su primer concierto, a los seis, compuso su primera obra (un minueto y trío para teclado), y a los doce ya se dedicaba a escribir música.

A lo largo de su corta vida (murió a los 35 años), compuso 17 óperas, 41 sinfonías, 27 conciertos para piano, 18 sonatas para piano, y música para órgano, clarinete y otros instrumentos.

Cuentan sus biógrafos que era capaz de imaginarse una composición mientras escribía otra. En una carta dirigida a su padre, le decía: “Todo está compuesto, aunque no escrito todavía”.

Amadeus era capaz de escribir las melodías más dulces en medio de las circunstancias personales más adversas.

El último año de su vida, entre peleas conyugales e intrigas en la corte, escribió su enérgica ópera “La Flauta Mágica” y el expresivo “Réquiem”, que preanunciaba su muerte.
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